LOS ROBOTS POBRES
Un día la Madre Robot buscaba tuercas de maíz en sus áridas cosechas.
De repente llegó el más pequeño de la familia:
— ¡Mamá, tengo hambre! —Dijo el Robotito con una dulce voz de tristeza.
— ¡Hijo mío, los robots no comen! —Respondió la madre.
—¡No juegan ni estudian, sólo trabajan! Ven, ayúdame.
Emergió el llanto en la mirada del pequeño y, pronto, cayeron a montones los rocíos de sus ojos.
— ¡Hijo mío, los robots no lloran! —Fue la respuesta…
Osfelip Bazant
