CARTA A MARGARITA NÚMERO…

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Cartas de amor y desamor

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CARTA A MARGARITA…

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8 de agosto de 2017

Querida Margarita:
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Han pasado muchos días sin escribirte, que apenas y puedo sumergir la pluma al tintero sin dejar tinta regada en todas partes, y sosteniéndola temblorosamente sobre el papel, mientras ruego que el destino me dicte las palabras correctas para dirigirme otra vez a ti, empiezo esta carta.
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Temo no expresarme bien o ni siquiera mandarte frases agradables. Tal vez supongas, al leerla, que mis manos ya no saben cómo hacerlo o que mi mente yace en un letargo inacabable o, peor aún, que mi inspiración ha caducado y que eres en mi pensamiento un recuerdo borroso a punto de desaparecer. Te suplico que no creas eso, Margarita, porque, aunque no te escriba a menudo, no significa que no pueda o quiera hacerlo, ni mucho menos que por eso he dejado de pensarte. Sentencio que las cosas aprendidas no se olvidan con facilidad, y se vuelven a aprender con toda su perfección después de realizarlas.
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Mis sentimientos, ocultos dentro de mí, han desarrollado no una mengua sino un crecimiento inagotable. Están presentes todo el tiempo en todo lo que toco y veo, en todo lo que escucho y hablo. Compáralos al preso que, después de tantos años sin pisar los suelos de las calles, tiende a recobrar su vida en sus primeros pasos. ¡Mis sentimientos ahora vuelven a regocijarse de alborozo escritos sobre estas amarillentas hojas! ¿Puedes imaginarme inundado de alegría en tan pocas líneas? Quisiera correr a los altavoces más cercanos y gritar todo lo que no te he escrito, expandir en estas hojas mis deseos para que lleguen a ti, y ya contigo, que puedan realizarse. Sólo mi alma, después de haber estado ausente, regresa a ti como el búmeran que vuelve siempre a las manos que lo arrojaron: ¡atrápame, Margarita, para que no escape nunca y mantenme a tu lado!
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Me parece que no te he dicho aún lo que ha pasado en mi vida, lo que hay de nuevo e inesperado, pero no sé ni cómo debo contártelo. Sólo mi mente, enloquecida, me trae ideas tras ideas, y no puedo asentarlas, y aunque pretendo ir despacio al tratar cada situación, no consigo tranquilizarme; tengo bastante energía con la cual puedo mis pensamientos expresarte durante una eternidad. Si pudieras palpar mi pecho, latiendo tan fuerte, deducirías que no bastarían mil frenos para detenerlo e inmovilizarlo. Desde el fondo, el amor me quema de pies a cabeza.
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Yo me he ido, Margarita, pero… ¿cuándo tú, también, has de retornar a esta ciudad? Ya estoy libre de mis deberes, y únicamente cuento los segundos, los minutos y las horas para estar, de nuevo, rodeado de tu presencia, y perderme en la locura de hablarte sin parar cosas que al parecer carecen de sentido, pero que, a pesar de todo, conservan una esencia inocente y agradable que nos deja riendo a carcajadas. Recuerda conmigo, Margarita, aquellos momentos y ríe, acompaña estos sonidos que se asoman de mi boca, acompaña a este pobre enamorado que, gracias a ti, sigue siendo el más enamorado.
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…Yo comprendo, mas no del todo acepto que el mundo en la actualidad se incline ante una felicidad hostil, aparente, hecho fácil a causa del dinero. Por ti yo he de ser más rico y dichoso todavía, más que el propio millonario que, aún y teniéndolo todo, carece de sentimientos, y ya nada lo satisface: ni sus oros, ni sus joyas, ni sus billetes han de conmoverlo. Tan sólo el amor podría, acaso, aun siendo duro como la obsidiana, apaciguarlo.
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Sólo espero, en fin, que sepas que te amo. Mal emplearía estas palabras si lo que digo no fuera cierto, porque, aun la boca mentirosa, ha de tener un sustento fiel y verdadero. Margarita, recuerda que un silencio puede o no puede significar tanto augurios como pensamientos buenos, y, en este caso, sólo fue un descanso involuntario mas prudente, que sólo la muerte podrá, con su manta funeraria, prolongarlo si así lo quiere… ¡No hay que dejar que nuestro amor lo permita!

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Posdata:
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Quizá te parezcan tartamudas mis palabras y, aunado a esto, ilegibles, razón por la cual deduzcas que he cambiado, que muchos borrones revelan mi falta de lucidez, percepción, astucia; sin embargo, debes comprender que, a pesar de todo, he vuelto a escribirte, y ahora estoy otra vez aquí, contigo.
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Apenas me queda esperar de ti una respuesta si aún, extrañada por mi regreso, consientes por primera vez corresponderme. Perdona si me expreso de forma decadente como no solía, pero prometo que en mi próxima carta seré el mismo de antes, y aún mejor, el mismo que ahora ha regresado a escribirte con más voluntad y fuerza.

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Con amor,
Osfelip.

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Cartas de amor, Cartas de amor y desamor

CARTA SEXTA

Cartas de amor y desamor

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CARTA SEXTA

10 de noviembre de 2014

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Querida Margarita:
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Hoy me desperté de súbito, y temblaba como tiemblan las ramas tras ser batidas por el viento, aún y cuando hace la más lánguida tormenta. El sudor quemó mi frente, mientras que en silencio me quejaba, a falta de aire y humedad propia mi boca. Pero antes de contarte la pesadilla que a plena madrugada me agobió, Margarita, debo recalcar que en cada uno de mis sueños apareces.
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A veces desconozco las escenas de la vida que llevo desde niño, no me causan bienestar alguno, pues son contrarias a las que con tanto anhelo y devoción imaginaba. ¿Cómo impedir los planes del destino, cuando, indiferentes, sin lealtad a mis pensamientos, esbozan lo que mejor suponen para mí? Acepto de buena fe lo que me pasa, ¿pero no sería yo quien mejor condujera mi camino? ¿No sería yo quien pretendiera los momentos que serían, sin duda, de mayor provecho para vivir mi vida?
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Mis sueños son el único lugar donde vivo a mi manera. En ellos me dispongo a un sino hecho de fragmentos inusuales, que hacen que me entregue a mis acciones colmado de voluntad, pasión y dicha. Son, para mí, reconfortantes. ¿Has ideado, Margarita, un destino que se erija de acuerdo con tu carácter? ¡No te parece placentero y, también, divino! Vivamos, pues, lo que mejor convenga.
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Mi pesadilla está en este soneto:

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Corría en madrugada a gusto un sueño
que tiene voluntad quizá de amarte,
a plena sombra y luz, con todo el arte
que pongo en mi destino que diseño…
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Corría a toda fuerza con empeño,
en cada esquina o, bien, en cada parte,
a fin de perseguirte, y de alcanzarte,
con esta llama de ardoroso leño…
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Pero en mis manos- ¡infeliz de mí!-
un corazón yacía tan deshecho,
que daba pena en vez de frenesí…
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Se iba, como humo, lejos para el techo.
Sin razón, sin palabra, estuve así:
muy pálido y sombrío e insatisfecho.
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Sí, de acuerdo, mal hago al predisponer a mi antojo el romance de amor que desearía tener contigo. Pero mi alma, de esta manera, dicta mis convicciones más profundas, que revelan parte de la intimidad que me doblega a ser tal y como soy en mi persona. ¡Cuéntame tus sueños, Margarita, por los que, en verdad, yo pueda conocerte!
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¿Cómo he de alcanzar mis deseos a mi antojo, si cuando los pido, no se cumplen? Es cierto, porque aparecen a menudo las lágrimas que, comprimidas, habitan en mis ojos. Mis penas, mis congojas, mis descontentos se incrementan, mientras sueño idilios amorosos siempre a disposición de una esperanza engañosa. El destino me lleva fielmente la contraria…
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Posdata.
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¡Mejor pedir lo que más no quiero, porque pidiendo lo que quiero, menos pasa!…
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Con aspiraciones, Osfelip.

Cartas de osfelip

Cartas de Osfelip a Mariana Margarita

CARTA QUINTA

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Cartas de amor y desamor


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CARTA QUINTA

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3 de noviembre de 2014

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Querida Margarita:
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He tratado de huir de la nostalgia que me invade desde que no te veo, desde aquellas sombras calurosas de la tarde, en nuestra primera cita.  El bienestar de todos mis amigos me parecía insoportable, tanto que no salía con ellos en los días sin tarea, tanto que no hacía nada más que pensar en el momento que te escribiría esta carta. Ahora que la escribo, estoy a gusto, pero arrepentido por no haberla escrito desde mucho antes.
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A pesar de todo, antier decoré la ofrenda que mi madre y yo pusimos para honrar el recuerdo de mis abuelos y tíos ya difuntos, llevados de esta Tierra hacia la cima de los cielos. A plena labor aumentaba mi agonía de que en el futuro tú y yo seríamos a quienes nuestros familiares ofrecerían sus gratas despedidas por medio de un altar fastuoso lleno de retratos, velas, flores y pan. ¿Puedes imaginar que no todo dura para siempre y que al final perderemos nuestras vidas? No obstante, alguien nos recordará por los momentos, buenos o no, que tuvieron a nuestro lado. Nos echarán de menos. ¡Tendrán una mezcla de alegría y de tristeza en sus corazones por nuestra pérdida! Margarita, no sé cómo decirte que me muero por andar a tu lado antes de que la muerte apague nuestras luces y nos envuelva con las mantas sombrías de la eternidad…
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Sentía continuamente deseos de cuestionar a mi madre para que me contara el aprendizaje de su niñez que adquirió de mis abuelos, ¡es una manera en que yo, con todo el placer y la aflicción que pueda provocarme, consigo con exactitud llegar a conocerlos! Hasta mis cinco años de edad escucharon mis risas, oyeron mis llantos, me contaron historias que han quedado guardadas en mi memoria. ¿Te acuerdas, Margarita, de tu infancia y de la vida que entonces tenías en otros tiempos hasta cierto punto favorables? ¿Guardas en tu corazón las dulzuras de los consejos y las experiencias ya pasadas?
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Que ya se esconda el sol entre montañas,
porque las almas a mi hogar desciendan;
que la luna se asome, o, bien, se encienda,
y quiten de mis ojos las lagañas…
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Que vengan, con el alba, con hazañas,
a mis puertas. Verdad es la leyenda:
pongan a nuestros muertos gran ofrenda
llena de flores, fotos, pan y cañas…
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¡Qué sueños pasan sobre mi alegría
cuando se llena la ciudad de niños
que inundan de nostalgias y contento!
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Vienen corriendo con veraz aliento,
con gritos, risotadas, como armiños
luceros a apagar la sombra umbría…
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Muchos niños llegaron a tocar el timbre, desde muy temprano, y nos pedían para “su calaverita”. Mi madre salía con la bandeja colmada de dulces, chocolates, tamarindos… ¡Bastantes chiquillos se presentaron disfrazados! ¡Al verlos me figuraban imágenes de un mural, quizá por los colores en sus disfraces, donde la fantasía se refugiaba! Creí que vendrías a acompañar a tu hermano más pequeño, pero mirando alrededor, no te hallaba, ¿por qué no viniste, Margarita, que mis manos te hubieran dado con gusto mi alma?
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Tenía nostalgia, sin embargo nunca me exasperé por no volverte a ver de nuevo, solamente me alejaba de todos para no aburrirlos con mis penas. Sabes, ya mis sueños se cumplen, poco a poco, ¡que así prosigan! Y, sobre todo en estas fechas,  que atisben mis sueños, para siempre, la bendición de la vida. Deseo vivir y vivir con toda mi esencia mientras sea posible.
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Posdata:
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¡Ojalá que nos dure la vida por mucho tiempo! ¡Que la muerte nos perdone, y no arranque pronto nuestros pies de esta tierra!…

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Con añoranzas, Osfelip.

Cartas de osfelip

Cartas de Osfelip a Mariana Margarita

CARTA CUARTA

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Cartas de amor
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CARTA CUARTA
, Cartas de amor y desamor a Margarita.
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 20 de octubre de 2014.

Adorada Margarita:
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Necesito estar a tu lado. Cada vez me pierdo en la ilusión de verte más seguido, contemplándote. Me pasaría toda la vida a tu servicio, sin rechazos ni contradicciones. ¡Qué no haría si aceptaras mi presencia a tu lado, tal como tu sombra! Soportaría todo por amarte en cada rasgo de lo que eres interna y externamente.
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Dicen que el amor cuando de pronto llega se disuelve velozmente con el viento al correr las horas mientras envuelto estás de la persona amada. ¿Crees que sea verdad, Margarita? Si nuestro amor se consolidara con facilidad, ¿poco duraría? Desconozco qué tanta exactitud guardan las palabras sin sustento; sin embargo, algo me inclina a darles la razón. Entonces sigamos queriéndonos en lontananza, por el más largo tiempo que se pueda, que nos amaremos algún día a corta distancia y aún por una eternidad.
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Voy a quedarme en las ficciones de mi pensamiento, si decido profanar las ganas de verme ya contiguo a ti.  Soportaré mis actividades y deberes, sin que me acuda al oído a grandes gritos mis recuerdos, cuya visión sincera me enloquece. En ocasiones, me pongo a escuchar música a todo volumen, invadido de un furor inexplicable. No sé cantar, pero canto; no sé bailar, pero bailo. ¿Será parte del amor el aprender, sin previa experiencia, hacer lo que nunca has hecho?
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Con la seguridad que hay en los augurios de los dioses más antiguos, te señalo fielmente las posturas indispensables de un verdadero amor:
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Porque has de amarme con amor sincero,
espera a que te siga, no me sigas,
si vago solo o voy con mis amigas,
si paso sin mirarte, hostil, ligero…
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Que corra el tiempo a ras de mi sendero,
sin clavarme tus pasos con espigas
o de amarrarme a ti con lazos, ligas,
haciendo de tu sombra mi faldero…
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Lo sé, que yo exclusivamente espero
almacenar en mi alma las cantigas
de amor antiguo, pero verdadero.
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Porque me quieras siempre y me persigas,
suframos esta ausencia aún primero,
que vale poco amor si la mitigas.
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En mi opinión no cabe duda de alcanzar lo que el amor implica después de tanta espera, de tanta soledad y angustia, si al final se obtiene por cada lágrima un sentimiento de satisfacción, ¡y sin término alguno! Mis días son lentos, Margarita, pero mi estado, supongo, no es sólo para mí, ¿estás en la misma situación? ¿Tus días son tortugas a orillas de las playas más inhóspitas?
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Si esta lejanía pide paciencia, la tendré. ¿Piensas que es correcto, porque así, con lentitud, mas con beneficio, sobrellevaremos la imposibilidad de ahora tenernos juntos?

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Posdata:

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El amor se mide por los grados de distancia: mientras más ausentes estés, te amaré aún más con fuerza…

Con afecto, Osfelip.

cartas de amor

Cartas de amor y desamor a Margarita

CARTA TERCERA

Cartas de amor y desamor

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CARTA TERCERA

                                                                                          8 de julio de 2014

 Apreciada Margarita:
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¡Bendito sea el momento en que nos vimos cerca! Creí desde mi infancia que los sueños se volvían realidad luego de pedirlos más de un millón de veces. Así fue, de tanto suplicarlo, mi sueño de saberte lo he cumplido: eres, a mi parecer, tal y como te pensaba.
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Nuestras desconfianzas partieron después de platicarnos nuestras vidas, ¡te lo dije!  Con pregunta tras pregunta uno llega a conocer hasta los íntimos secretos de otra persona, por quien se tiene o no se tiene un vasto interés. Margarita, ahora duermo en calma, mirando fijamente en la pared, pero no de angustia o por otear sueños irreales, sino por el gusto de haberme visto junto a ti sentado, recordando todo de principio a fin.
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Me acerqué con denuedo y me asenté en el taburete. Al principio no lo niego, me titubearon los labios, y mis palabras, casi nulas, se escaparon en desorden e incoherencias, y aunque trababa de impedir mi desventura, no pude hasta que tú me hablaste con elogios e hiciste de mi voz un instrumento afinado, con todas sus vocales y sus cuerdas…Gracias, Margarita.
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Ningún moribundo es tan feliz como saber que su vida aún no termina, y que todo el dolor que ha sufrido antes de estar bajo tierra sólo fue el anuncio de que supo o no vivir, por lo que se engancha hoy a sus recuerdos. ¿Quién no merece padecer para valorar su vida en tales circunstancias? Mi mal de amor se disipó. Ahora visiono un idilio que entra a paso lento al fondo de mi alma, para quedarse mientras vivo.
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Así rondan mis recuerdos:

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Subió a la cima, al lomo del celaje,
mi súplica de amor porque te viera
en una tarde blanca como cera,
bajo de un árbol lleno de ramaje.
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Pasé, sin duda, un cálido paraje
donde tú, donde yo –visión severa-
dijimos nuestra vida verdadera
a cada esquina verde del paisaje.
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Tomé tu mano ya sobre mis manos
para sentirte cerca, cara a cara,
mirando con amor tus ojos sanos.
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¡Qué gusto! Supe luego que quería
una pasión sincera, fuerte, clara,
contigo para siempre cada día.

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Nunca imaginé que pasarían mis sueños a mi antojo, si es que me dura el gusto; no obstante, mientras los viva, arrebañaré cada segundo, cada hora, cada semana, cada mes, cada año, hasta que aproveche lo más que pueda de mi propia existencia.
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Dicen que los esfuerzos son en vano, sobre todo si con ellos se trata de alcanzar un anhelo inalcanzable, un afán sin esperanza o, bien, una ilusión poco factible. No me incumbe, Margarita, refutar lo que me imponen, pero asumo que todos los sueños son posibles, ¿pues si no son viables en esta realidad, acaso no lo son en nuestra mente? Las aspiraciones, sin importar de qué carácter sean, son veraces, únicas, poéticas… ¿Has luchado por un sueño, Margarita? ¿Has conseguido fácilmente lo que a menudo te propones? ¡Ojalá que sí!
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Posdata.
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Si mi deseo de amar y ser amado no es factible en estos suelos, porque lo impidan la gente, Dios y mi Destino, entonces yo tal vez lo escriba… ¿Formarías parte de mi idilio?

Con ilusión, Osfelip.

Cartas de osfelip

Cartas de Osfelip

Carta segunda

 

Cartas de amor

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CARTA SEGUNDA

30 de junio de 2014

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Querida Margarita:

Esperé impacientemente tu respuesta. Desde que te di mi carta han pasado veinte días interminables sin saber de lo que piensas. Mis peticiones de tu boca al aire se esfumaron, y de tu memoria al olvido quedaron mis palabras. Pero de nuevo yo te escribo.

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No se hacen cartas hoy en día, y si se hacen, no se entregan, jamás se corresponden. Numerosa gente se incomoda porque le parecen anticuadas. Entiendo, aunque no lo acepto. La felicidad más profunda, Margarita, alguna vez lograron los poetas que, motivados por el sentimiento y la emoción de amar con el mismo amor o todavía superior al que les daba la persona amada, entregaron cuerpo y alma a sus detalles. ¿Crees que les hace falta espíritu a mis cartas?

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Esperé por mucho tiempo enamorarme… ¡Y al  fin discurre en un vaivén de locura y de razón un profundo sentimiento en mi alma! Las aguas de mi llanto se tornaron limpia llama que, lenta y suave, arde por mi piel sin causarme daño alguno. La gracia que me dio el amor, va más allá de mis fortunas venideras.

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Vehemente te busqué por todas partes. No sabía por dónde o cuándo llegarías, ni cómo eras; no obstante, hoy te miro y luego sé que eres tú a la que quiero amar como nadie en este Mundo. Pregunté por ti en todos los lugares que me rondan, o, que son, tal vez, colindantes al lugar donde vivo, y hasta

En sueños te busqué en cada segundo
En que fluye mi sangre de un latido,
En que yo, con mis ojos, de un llorido
Empapo a mi alma y a mi cuerpo inundo.
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Te busqué amor astral, amor inmundo,
Por vías de mi anhelo más querido,
Con bálsamos de cuerpo derretido,
En mis recuerdos, siempre moribundo.
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Les cerré mi alma a mis amores falsos,
Que sin afecto mal amor me daban,
Que sin afecto sólo me mataban…
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Les abrí mi alma a los amores balsos,
Con mis versos, que buen amor me dan,
Pues si los leo, aquí conmigo van…

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¡Te hallé! Ya no me basta la poesía donde el amor se cuenta de manera encantadora. Si en verdad uno viviera tales situaciones de las que hablan los poetas y poetisas enloquecidos por el amor sublime y fantástico en sus versos, ¿qué sucedería? ¡Quiero saberlo! Amo los poemas con locura, pero nada me conformará más como lo haría tu presencia junto a mí.
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Te pido sinceramente que, si no he de tener alguna carta tuya, aceptes verme al menos este fin de semana. Te pido una cita, para que podamos hablar con tranquilidad. Las dudas que ahora nos perturban desaparecerán después de conocernos.  ¿Qué dices, Margarita? ¿Podrás verte conmigo?

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Posdata.

Discúlpame por el aburrimiento de mis cartas, pero mientras pases cerca de mí y me veas con la mirada deslumbrante, aunque temerosa, te seguiré insistiendo. ¿Aceptas que te escriba más seguido?

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Tuyo aún en tus rechazos Osfelip.

 

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cartas de amor

Carta segunda

PRIMERA CARTA

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Cartas de amor y desamor

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PRIMERA CARTA:
Cartas de amor y desamor a Margarita.
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10 de junio de 2014

Estimada Margarita:
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Tal vez ignores las palabras que te escribo o, tal vez, pienses que las cartas ya son cosas del pasado, pero no encuentro otra manera de decirte lo que siento. No lo niego ni lo oculto ya siquiera, pues  ves que resplandece al verte algún fulgor en mi mirada, que te considera la visión más digna de arraigar mis atenciones y mi grata admiración.
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Me gustas, y mis acciones rondan en tu imagen: me despierto, y ya deseo verte; camino, y vas conmigo en mi memoria, y antes de irme a dormir, te esbozo en mis ensueños. Nada ni nadie lo cohíbe. Elijo las escenas de mi vida a tu lado, como lo haría el Destino tras hilar, con sus respectivos hilos, la calidad vital de nuestras vidas. Sin embargo, ¿haría mal en tener solamente augurios favorables, por mucho que virtuosos sean, en lugar de la experiencia de sobrellevar tristezas y desdichas? Escoge, Margarita, porque nuestro amor se enriquezca y fuerte sea, los males que nos hagan falta.
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No me rinde el tiempo, las premuras de mi vida se exacerban, y, por eso, debo expresar mis sentimientos. Más  vale, pues, dar pie a estas confesiones de mi alma para exponer mis pretensiones más secretas, más sinceras, más inigualables que tengo para contigo. Perdona mi atrevimiento, ¿pero no piensas que lo que deba pasar, mientras pronto pase, daría mejores resultados de los que resultarían en otros casos a destiempo?
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“¡Tan poco la conoces y, sin embargo, en un amor sincero te cautiva!” Me anuncia mi conciencia, que de hecho, en el mismo día de verte, ha perdido más que la cordura y la calma por las ganas de saber de ti. A veces creo tener razón, mas no me basta, es necesario borrar estas faltas de conocimiento, ya que apenas y te hablo… ¿Recuerdas el día en que nos encontramos, Margarita? Yo me acuerdo en cada instante, en cualquier lugar, que río a carcajadas como un loco, y aunque los que lo advierten nada más de mí se burlan, no me importa. ¡Qué paradoja! Cuando cerca estás, me intimido, me doblego, aceleras mis latidos, se asoma mi sangre por mi piel, callo y parezco inerte. Por todo esto, quiero declararme:
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Eres ya en cada instante en mi memoria
Imagen que me anima, me enloquece;
Eres fulgor que luego que aparece,
Me alumbra, aguda, rápida, ilusoria.
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No, no me engaño: esencia transitoria
No es ni mucho menos se parece
A la obsesión que, loca, me establece
A dar vueltas por ti, como la noria.
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Mi sentimiento es mucho más que esto:
Afán, que muere por estar contigo,
Aunque  fiel, cálido, leal, honesto…
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Y, con querer, con toda el alma digo,
En silencio, entre alborotos, pero presto:
¡Aceptas, por amor, andar conmigo!.

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No sé si te parezca presuroso confesarte el amor que ahora corre en mi cuerpo quemando sutilmente los circuitos de mis venas, tras tanta desolación por mis fallidos sueños de vivir en un lugar hermoso, pero desfavorable, donde la amabilidad y la caridad no son suficientes para apaciguar las penas de dinero ni las injusticias de los hombres más ricos… Debes saber que, a veces el amor es repentino, y que no por eso es sólo confusión, pues uno siempre se enamora por vez primera con el alma y  los sentidos vivos. Y no es un error, Margarita, que si lo fuera, no podría escribirte ni siquiera un poco.
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Puede ser que te preguntes por qué no te di mi carta en persona, o por qué te la envié por correo. Me apena hablarte, me asusta verme rechazado o no ser correspondido a mi manera, pero te quiero, no cabe duda. El amor sublime y verdadero a corta edad se resguarda en el temor hacia el futuro, a causa de emociones nuevas, apasionadas e imprecisas.
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Posdata:

Respóndeme con una carta que me genere en su lectura sensaciones asombrosas, casi extraordinarias. Hazme, pues, resaltar mis sentimientos más profundos todavía.
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Con amor, Osfelip.

 

sonetos de osfelip

Cartas de Osfelip a Margarita

 

 

 

 

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